Aquí encontraréis reflexiones, comentarios, oraciones, vídeos... que nos ayuden a vivir en positivo desde la fe, la esperanza y la caridad; como urdimbres de la pastoral sanitaria. Este material versará sobre Pastoral de la Salud, Bioética y Cuidados Paliativos (#PASBIOPAL); siendo ésta una forma de realizar una labor evangelizadora desde la Hospitalidad, como valor del que me he ido empapando a lo largo de los años trabajados con los Hermanos de San Juan de Dios.
He tenido que preparar una corta formación sobre este tema, después de buscar entre mis apuntes e internet, he reunido estas pinceladas, os lo dejo por si os sirve:
¿Qué es la unción de
enfermos? Podemos decir que la unción es un encuentro con Cristo médico.
Durante mucho tiempo a
este sacramento le hemos llamado la extremaunción, o los santos óleos y esa
terminología hacía que para muchos cristianos ver aparecer al sacerdote con los
santos óleos significaba que estaba a punto de morir, y muchas veces aquello
quedaba como un escenario de pavor y de temor; incluso los familiares que se preocupaban porque no querían que se
asustase al enfermo. La
Iglesia desde hace tiempo cambia el nombre, y en vez de la
extremaunción ha hablado de la unción de los enfermos, además es un nombre que
es más adecuado y es más justo con el sacramento, puesto que no es un
sacramento para el momento de la muerte, sino que es un sacramento para el
enfermo; por lo tanto, queda más explícito por un lado que se puede recibir
varias veces en la vida, en situaciones de enfermedad grave que pueden ser
muchas; y luego que queda ese tono festivo propio de un sacramento, de un
encuentro con Cristo, de un encuentro sanador.
A lo largo de toda su
vida, de su paso por la tierra, Jesucristo tuvo una búsqueda de los enfermos, de
los que padecían algún tipo de sufrimiento, o algún dolor; de Él salía una
virtud que los curaba a todos.
Además, en muchas de sus curaciones
hay un contacto físico, Jesús se
acerca y toca al que es ciego, al que es sordo, y él desea que este
acercamiento, este contacto físico, la ternura con la que él se disponía ante
la persona enferma, llegue a través de la Iglesia a cada uno de los enfermos de todos los
tiempos.
Dios ha visitado a su
pueblo, era la conclusión que sacaba el pueblo judío cuando veían que había cojos
que andaban, ciegos que veían, sordos que oían, era la manifestación de la
llegada del Reino de los cielos a Israel.
Esta compasión y cercanía
que Cristo busca con ellos le lleva a
identificarse con ellos: “Estuve enfermo y me visitasteis”. Es una
predilección por el enfermo. Y esa cercanía de Cristo al enfermo para poder
consolarle, para poder llevarle la salvación espiritual y física cuando es
posible, Cristo continúa con el mismo empeño. Y ahora mismo quiere estar junto
a cada enfermo con su cuerpo místico, con la Iglesia, y lo hace a través de este sacramento.
Sin embargo, Cristo no curó a todos los enfermos, ni los de
su tiempo ni los de toda la historia. Sus milagros, sus curaciones, tenían un
doble significado; por un lado anunciaban la llegada del Reino de los Cielos; y
por otro lado lo que hace es decir que hay una salud más radical; y que Él lo
que viene es a dar esa vida, esa sanación realmente del pecado y del mal.
La Unción de enfermos
es ese sacramento en el que toda la Iglesia se une al
enfermo para presentarlo ante Cristo, (que es el gran sufriente), y le pide al
Señor, a Cristo que cuide de ese enfermo, que le salve y que le conceda la
gracia que necesita. Toda la
Iglesia que se une en esa petición y en ese enfermo
presentándolo al Padre también le invita a que una sus sufrimientos a este
Cristo salvador, para que así el enfermo ayude a la Iglesia.
Vemos que es un
sacramento en el que toda la
Iglesia con el enfermo va hasta Dios, y Cristo y el enfermo
devuelven a la Iglesia
o tratan de ayudarla o beneficiarla con ese sufrimiento convertido en amor.
En el Nuevo testamento hay referencias
explícitas a este sacramento, por ejemplo cuando Jesucristo resucita habla de
sus apóstoles, de los discípulos enviándoles, diciéndoles que “impondrán las manos sobre los enfermos y se
pondrán bien”, en otra caso ordena a los apóstoles, “sanad a los enfermos” como recoge Mateo, y hay un testimonio más
explícito acerca de un ritual que los primeros cristianos viven con respecto a
los enfermos, lo escribe Santiago en su carta, dice:
«¿Está enfermo alguno de vosotros? Llame a los
presbíteros de la Iglesia
que oren sobre Él, y le unjan con óleo en el nombre del Señor, y la oración de
la fe sanará al enfermo y el Señor hará que se levante y si hubieran cometido
pecado le sarán perdonados»
El óleo utilizado en este rito es conocido
comoóleo de los enfermos,
y es bendecido cada año por el obispo en la misa crismal celebrada elJueves Santopor la mañana (en esta Misa se
consagra el Crisma y se bendicen el óleo de los catecúmenos y el óleo de los
enfermos).
En el rito central del sacramento de la
unción de los enfermos, el presbítero impone las manos sobre los enfermos y
luego traza con el aceite bendecido la señal de la cruz en la frente y en cada
una de las manos del enfermo, al tiempo que pronuncia las siguientes palabras:
Por esta santa unción y
por su bondadosa misericordia, te ayude el Señor con la gracia del Espíritu
Santo. Para que, libre de tus pecados, te conceda la salvación y te conforte en
tu enfermedad. Amén.
Es
un sacramento instituido por Nuestro Señor Jesucristo para el alivio espiritual
y corporal de los enfermos. Dispone a bien morir. Recordemos:
·La materiaes el aceite de oliva bendecido por el obispo el
Jueves Santo. Se llaman los "santos óleos". El sacerdote hace
unciones (untando) en forma de cruz sobre la frente y las manos del enfermo.
·La forma
es la oración que pronuncia el sacerdote al ungir: "Por esta Santa Unción
y por su bondadosa misericordia, te ayude el Señor con la gracia del Espíritu
Santo". Se responde: "Amén".
·El ministrode la
Unción es el capellán, pero en caso de necesidad, todo
sacerdote puede administrar este sacramento.
·El sujetoes el cristiano que ha llegado al uso de razón y se
halle en peligro de muerte por con enfermedad grave o vejez. No es necesario el
peligro de muerte próximo, basta que la enfermedad de suyo sea grave. El que lo
recibe ha de estar en estado de gracia. Por eso, antes de recibirla, el enfermo
se confiesa. Si no pudiera confesarse, bastaría, bastaría un acto de dolor de
atrición y estar arrepentido. Hace falta tener la intención de recibir el
sacramento y aceptar la voluntad de Dios.
Este
sacramento produce dos clases de efectos: los unos relativos al alma y los
otros al cuerpo.
·Los
relacionados con el alma son:
1.Aumenta
la gracia santificante.
2.Perdona
los pecados veniales, y aún los mortales, cuando el enfermo no puede
confesarlos, con tal que en su corazón tenga al menos atrición, con
arrepentimiento.
3.Borra
las reliquias del pecado, es decir, una parte de las penas temporales.
4.Le
da fuerzas para resistir las tentaciones, a soportar los sufrimientos de la
enfermedad y a ofrecer a Dios el sacrificio de su vida.
·El relacionado
con el cuerpo es:
1.Le
concede la salud del cuerpo si le conviene y mitiga o debilita los sufrimientos
de los enfermos.
Los
familiares y los que asisten al enfermo no han de esperar a que el enfermo esté
ya en agonía; lo prudente es que esté plenamente lúcido. Si ya ha perdido el
conocimiento o se duda si vive, se le administra la Unción bajo condición.
Muchas veces se dice que
en la unción tenemos el encuentro con Cristo médico, pero con el médico que
todos los hombres necesitamos, y es cierto, el Papa Benedicto XVI lo dice con unas
palabras muy concisas: “la unción a los enfermos constituye más bien una ayuda
para aceptar el sufrimiento, tiene que ayudarme a llegar a la comunión
sacramental con Cristo mediante la asunción interior del dolor y del
sufrimiento”, es decir, es la ayuda a aceptar el sufrimiento en vez de
rebelarme contra él; “eso no implica necesariamente curación física, la
enfermedad también puede curarme espiritualmente, incluso ser necesaria a mi
espíritu. Cristo al enseñarme a sufrir y sufrir conmigo(no sólo enseña, sino
que se une a través del sacramento)puede convertirse Cristo en el verdadero médico
de mi mismo superando la enfermedad más honda de mi alma” allí es donde actúa
el sacramento de la unción.
“La crisis y sus repercusiones en la
asistencia sanitaria”
1 de diciembre, sábado, de 10.30 a 13.30
Lugar: Hijas de la Caridad. General
Martínez Campos 18
28010 MADRID (Metro:
Línea 1, Estación Iglesia)
Convocan la Delegación Diocesana de Pastoral de la Salud y la Asociación
de Profesionales Sanitarios Cristianos (PROSAC)
Se dirige a profesionales de la salud, capellanes
de centrossanitarios, párrocos y personas interesadas.
Parareflexionar,
debatir, compartir ideas y propuestas en torno a un tema de plena actualidad y
trabajar juntos por la auténtica misión que debe guiarnos: la acción samaritana
a imagen de Jesús, ejemplo de amor por el ser humano.
Estacrisis, por la
relevancia y dimensión adquiridas, no podemosinterpretarla solo y
estrictamente en clave económica y política, sino que es una crisis global queafecta a todas las
dimensiones y las relaciones de los seres humanos, al sentido de su existencia,
a los proyectos de vida actual y futura. Es, también, una tremenda crisis
de valores que produce injusticias que se traducen en gran sufrimiento de personas, de familias, de
enfermos, de ancianos y de quienes están más necesitados y desasistidos.
Incluso, implica de una manera especial
a los profesionales sanitarios que los atienden, porque nuestra vocación es la
de no pasar de largo ante el sufrimiento humano.
Benedicto XVI señala en
Caritas in veritate: “La crisis nos obliga a revisar nuestro
camino, a darnos nuevas reglas y a encontrar nuevas formas de compromiso, a
apoyarnos en las experiencias positivas y a rechazar las negativas. De este
modo, la crisis se convierte en ocasión de discernir y proyectar de un modo
nuevo”.
El sábado 17 de noviembre, se
realizaron las Jornadas Diocesanas de Pastoral en Salud Mental, me pidieron que
realizara una ponencia sobre la persona con demencia; la titulé ‘Un camino
hacia el olvido’.
Aquí os dejo algo de ello:
·Qué es la demencia
La Demencia es un conjunto de síntomas que incluyen la pérdida de memoria, de
alguna forma disminuye la capacidad mental, es decir, la capacidad de pensar,
de razonar y de recordar.
Hay muchas causas de demencia, siendo
la más común el Alzheimer, (también la demencia vascular), por eso me voy a
centrar en esta.
Los médicos describen la Enfermedad de Alzheimer
como una “demencia progresiva degenerativa irreversible”. Esto quiere decir:
Demencia: conjunto de síntomas que incluyen pérdida de memoria,
de comprensión y de juicio.
Progresiva: es decir en aumento. El daño que produce la enfermedad
es cada vez mayor.
Degenerativa: porque las neuronas del cerebro se degeneran o
mueren.
Irreversible: es decir, no hay curación. Los daños causados en
las células del cerebro no se pueden recuperar.
Signos de alarma
para detectar la enfermedad:
ØPérdida
de memoria que afecta la capacidad de trabajo (citas, nombres, números de
teléfono).
ØDificultad
para realizar tareas familiares (problemas con la cocina).
ØProblemas
de lenguaje (olvido y sustitución de palabras).
ØDesorientación
en el tiempo y el espacio (dificultad para llegar a casa, o para ir al
supermercado)
ØConductas
anómalas (como vestirse inadecuadamente para el momento o la época del año).
ØProblemas
de pensamiento abstracto (olvidarse, por ejemplo, del significado del dinero).
ØPérdida
de objetos y ubicación incorrecta de los mismos.
ØCambios
de humor y de conducta.
ØCambios
en la personalidad.
ØPérdida
de iniciativa (pasividad).
·El por qué de este título
Porque el Alzheimer se suele conocer
como la enfermedad del olvido, pero yo considero que aunque se llegue a ese
‘olvido’ hay un camino previo, un camino en el que conocemos la psicobiografía
de la persona, y por lo tanto, cuando llega el olvido podemos seguir
manteniendo su dignidad desde esa psicobiografía, precisamente desde esa
psicobiografía es que se realiza un acompañamiento espiritual.
·Acompañamiento espiritual
En el último número de la revista de
San Juan de Dios de la provincia Bética, ha salido publicado un artículo mío,
en el que hablo de la metáfora de ‘comer el pan juntos’, considero que ese es un
ejemplo de un acompañamiento espiritual (http://www.slideshare.net/NCRE/revista-n-561-norka-web)
Pues vamos a ponernos manos a la
obra y vamos a utilizar cuatro pasos para cocinar un ‘acompañamiento sabroso’
(imaginaos como ejemplo una ensalada):
·Conocer los ingredientes: el acompañante (profesional) y el acompañado (enfermo).
En este paso, se da como un tanteo, nos saludamos, intercambiamos las primeras
palabras… pero a la vez hay que estar atentos a lo que el enfermo es, cómo
está, qué hace. Si nos guiamos por la metodología de Jesús, consistiría en el
“ver”, un ver que no es superficial, ver también lo hondo del corazón. Que los
enfermos sientan el interés que tenemos en querer empezar el camino, y que no
queremos huir, por dura que parezca la situación; es decir, aproximarnos.
·Mezclar los ingredientes, que se dé un encuentro verdadero, que el enfermo se
sienta acogido en toda su vulnerabilidad, se trata de conocernos un poco más,
sería como compartir lo emocional y espiritual, aquí ya habría colaboración,
los dos estamos por la labor de seguir el camino juntos. Ya podemos dar un paso
más en la metodología de Jesús, poner al enfermo en el centro, como
protagonista de su vida, y preguntar, desde el respeto, aunque sepamos la
respuesta, para que el enfermo pueda compartir desde la libertad lo que se
mueve por dentro. Que vayan sintiendo que el encuentro afectivo se convierte en
efectivo; el enfermo siente una mirada amiga.
·Salpimentar al gusto: Es ahora cuando empieza la relación de ayuda pastoral,
conocemos los sentimientos, preocupaciones, esperanzas; es ahora cuando se
puede dar la confrontación, cuando realmente se hace camino con el enfermo; ya
podemos sentarnos a la mesa emocional y espiritual del enfermo, pero, eso sí,
teniendo presente que es él quien salpimenta a su gusto, es decir, que vamos a
su ritmo, el que acompaña es sólo un invitado. Jesús lo hacía muy bien, Jesús operaba transformación; este paso
lo daba desde la escucha y el acompañamiento de los sentimientos y las heridas.
Tras conocer al enfermo, encontramos expectativas frustradas, proyectos o
sueños rotos, muchas noches en vela, terapias agotadoras, cansancio; y nosotros
no podemos curar el dolor, pero sí dialogar, orar, acompañar para confortar,
poder transmitir un mensaje de esperanza, guiar en las decisiones éticas, pero
siempre intentando ser espejo, ya que no transformamos nosotros, sino que se
transforman ellos, son ellos los que van restaurando su vida.
·Presentar en plato bonito, este último paso es acompañar al enfermo en esa
apertura al Misterio, si él así lo ha decidido, confirmar y celebrar su vida,
hacerle sentir la gracia del Espíritu y proponerle vivir su fe desde Aquel en
el que puede encontrar la plenitud. Jesús lo expresaba con pocas palabras:
“decid Padre nuestro”.
Ahora bien, no todos pasan
necesariamente por estos cuatro pasos, depende de la apertura que tenga el
enfermo a la gracia del espíritu; desde la Pastoral y nuestra opción
por Dios, se trata de dejarnos hacer por Él, y siguiendo el itinerario de Jesús
nos aproximamos, luego acogemos, acompañamos, escuchamos, abrazamos, lloramos…
y después de un proceso, si lo vemos oportuno, invitamos a compartir la mesa
juntos.
Claro, y me podéis preguntar, ¿y en un
enfermo con la enfermedad de Alzheimer?
Pues depende de la etapa de la
enfermedad, por eso la importancia del camino antes de llegar al olvido, la
importancia de conocerle, de haberle escuchado, de haber compartido, y de
seguir haciéndolo si se puede…, y si se está en la etapa final, ya sólo se
trata de presentar en plato bonito y por lo tanto estar al lado para ayudarle a
esa apertura al misterio, a lo divino, a Dios.
Sinceramente creo, desde mi
experiencia, que es importante el acompañamiento al enfermo con demencia,
aunque no siempre es fácil, hay muchas maneras de acercarnos a los enfermos, ya
sea mediante el lenguaje hablado en las primeras fases, o a través del lenguaje
no verbal cuando no nos entienda 8º creamos que no nos entienda) los gestos, las
caricias son super importantes, se puede establecer una comunicación cálida y
podemos llegar a cierta empatía con una persona que ha perdido la memoria y que
tiene trastornos de conducta.
Depende de las etapas de la
enfermedad, además de todo el proceso anterior de acompañamiento
1. Etapa Inicial o Fase 1: esta primera etapa se caracteriza por tener algunas pérdidas de
memoria. En esta fase es cuando desde la pastoral se puede realizar ese camino
hacia el olvido del enfermo, pero de conocimiento por parte del que acompaña. (Contar
experiencias vividas)
2. Etapa Intermedia o Fase 2: En esta fase se agrava la situación y ya no hay duda de su
diagnóstico. Disminuye la memoria reciente. En esta etapa, pueden ir acompañados o se puede
solicitar la visita al sacerdote, o a los equipos de pastoral de la parroquia
para que los visiten y/o los acompañen a la parroquia. Se pueden utilizar las
oraciones de siempre, las jaculatorias, que previamente hemos ido conociendo
con ellos (Poner ejemplos)
3. Etapa Avanzada o Fase 3: En la última fase, el paciente depende por completo de terceras
personas para su subsistencia. En esta etapa
es cuando la familia suele pedir la santa unción, y también un momento muy
adecuado para ayudar a la familia si aún no se ha hecho. (Invitar a las
familias a formar grupos en los salones parroquiales para compartir
experiencias, fe y vida)
Conforme avanza el deterioro
cognitivo, disminuye la capacidad para comprender el lenguaje verbal, por ello
la importancia de imitar a Jesús, aprender a mirar, sonreir, transmitir
serenidad, comunicar amor; en otras palabras que con nuestros gestos seamos
capaces de decir, venid a mi todos los que estáis cansado y agobiados.
Ahora podéis comprender la dificultad,
del capellán, del agente de pastoral, del voluntario, en este acompañamiento
espiritual, que normalmente no hemos tenido tiempo, de conocer los
ingredientes, de juntarnos, ni de salpimentar al gusto, por lo que muchas veces
nos toca ir a presentar el plato bonito, solo con la ayuda de los familiares y
amigos que sí han hecho este camino, que conocen la psicobiografía, pero eso sí
confiando plenamente en Dios, y contemplando el rostro de Cristo en nuestros
hermanos con Alzheimer.
Creo que de alguna forma, así lo hace
Dios, nosotros no le conocemos del todo, aún no hemos contemplado su rostro, y
sin embargo sabemos que nos ama inmensamente, que nos cuida, que nos mima,… da igual
que le conozcamos, porque él si nos conoce a nosotros.
Os voy a contar una historia, que
algunos probablemente conocéis, si es pues aprovechad en contemplarla:
Un hombre de cierta edad fue a una clínica, para curarse una
herida en la mano. Teníabastante
prisa y mientras lo atendían le preguntaron sobre el motivo de su urgencia.
Él aclaró que tenía que ir a una residencia de ancianos para
desayunar con su mujer que vivía allí. Llevaba algún tiempo en ese lugar y
sufría de la enfermedad de Alzheimer.
Mientras terminaban de vendarle la herida, le preguntaron si
ella se alarmaría en caso de que él llegara tarde esa mañana.
Y él contestó, No, ella ya no sabe quién soy. Hace ya casi cinco
años que no me reconoce.
Entonces, le preguntaron extrañados, ¿Y si ya no sabe quién es
usted, por qué esa necesidad ir todas las mañanas y de llegar tan puntual?
Él sonrió, y dando una palmadita en la mano, a la persona que se
la había vendado, le dijo:
"Ella no sabe quién soy yo, pero yo todavía sé muy bien quién es
ella".
No creéis que esto es para pensar "Esta es la clase de amor que quiero
para mi vida; el verdadero amor no se reduce a lo físico o romántico, el
verdadero amor, es la aceptación de todo lo que el otro verdaderamente es, de
lo que ha sido, de lo que será, y de lo que ya nunca podrá ser".
Y es que hay que tener en cuenta una
cosa, que hay una perdida de la memoria, pero es una perdida de memoria
intelectual, las neuronas no funcionan, no sinaptan; y no una perdida de la memoria del corazón,
el corazón, como dice mi sobrino de dos años, sigo haciendo tic-tac, tic-tac, y
mientras el corazón bombee, nuestra identidad permanece viva
Pues es allí en el corazón donde nos
jugamos la vida, porque es en el corazón donde se dan las risas y los llantos,
esos soplos de alegría y de tristeza, tal vez sea ese lugar que antiguamente
llamaron “alma” donde habita el amor más puro. Mientras el corazón no pierda la
memoria seguiremos siendo quienes somos, pero como le dijo Jesús a Pedro, será
otro quien nos ciña.
·Unas pinceladas sobre la familia o cuidador
Tener una persona querida enferma de
Alzheimer y cuidarla las 24 horas del día es una situación muy difícil que
remueve muchos sentimientos. Es importante identificar los sentimientos y no
negarlos. Si los sentimientos controlan al cuidador, disminuyen sus
posibilidades de sobreponerse ante esta situación y la afecta a la capacidad de
cuidar. Llega un momento que puede que la persona encargada de cuidar al
enfermo no entienda sus necesidades ni las de él.
Recomendaciones
Es
indispensable descansar.
Procúrese
tiempo para sí mismo.
Mantenga
actividades lúdicas y conserve a sus amigos o haga amistades nuevas para
romper el aislamiento que puede sentir el cuidador.
Es
conveniente ponerse en contacto con el grupo de ayuda más cercano a su
domicilio.
Cuando
se está nervioso o de mal humor, es mejor que otra persona se ocupe del
enfermo, pues el enfermo es muy sensible al interpretar nuestro estado de
ánimo. El enfermo no pierde la capacidad afectiva.
No
olvide que es un adulto aunque su comportamiento y forma de expresarse
parezcan los de un niño.
Es conveniente retrasar en lo
posible la institucionalización del enfermo, para evitar las cuestiones
negativas que ésta acarrea.
Recomendaciones
Hacer coincidir la
comunicación verbal y no verbal.
Transmitir
sensación de seguridad. Hablar de forma suave y pausada
Gesticular poco a
poco.
No poner nerviosa
a la persona.
El enfermo de
Alzheimer es muy sensible al interpretar el estado de ánimo de los demás y
su estado de se ve muy afectado por el estado de humor de las
personas que le rodean.
Tener un contacto
físico directo amable y cariñoso con él le transmite seguridad.
Adecuar el
lenguaje a las constantes y cambiantes limitaciones que la enfermedad
impone.
Los comentarios realizados
con sentido del humor suelen ser más eficaces que el uso de imperativos.
Aunque la
capacidad de entender y seguir las conversaciones haya disminuido, es
importante incluir al enfermo y que él, de alguna manera, pueda
participar.
Ante cuestiones o
preguntas sin sentido, evite la discusión; es mejor cambiar de tema o
seguirle la corriente.
Hablar en sitios
donde no haya demasiadas distracciones ni ruido de fondo.
Utilizar frases
cortas y concretas. Vocabulario sencillo.
Déjele tiempo para
pensar.
Intentar enseñarle
visualmente lo que le quiere decir.
Poner atención al
tono emocional con que habla.
Mantener la calma
y ser pacientes.
No discutir ni dar
órdenes.
Es mejor decirle
las cosas en positivo que en negativo.
No haga preguntas
directas que requieran buena memoria para responderlas.
·A la luz del Evangelio
No existen textos bíblicos específicos
relacionados con la demencia senil o Alzheimer, al igual que no los hay sobre
el aborto, ya que esto es relativamente nuevo; pero creo que hay dos textos,
bueno habrá muchos más, que evocan de alguna forma la difícil realidad del
sufrimiento en el envejecimiento y el de la familia.
Para
hablar de la fragilidad de la vejez, tenemos el pasaje bíblico del
evangelio de Juan (21,18) que se proclamó en las exequias del papa Juan
Pablo II: "En verdad, en verdad te digo: cuando eras joven,
tú mismo te ceñías, e ibas adonde querías; pero cuando llegues a viejo,
extenderás tus manos y otro te ceñirá y te llevará adonde tú no
quieras."
Pues como veis se
da una diferencia entre e Pedro de la juventud, en contraposición con el Pedro
de la ancianidad, que como el enfermo de Alzheimer necesitará que otro le ciña,
y que sean otros los que velen por su calidad de vida y den dignidad a su
existir
Además si nos damos
cuenta este texto viene a continuación de esa charla de Jesús con Pedro, que le
pregunta en tres ocasiones: ‘Pedro, me amas’, necesita repetirle la pregunta en
varias ocasiones, pero con paz, tal y como ocurre con los enfermos. Y en
realidad, con esta repetición de la pregunta, Jesús, lo que hace es darle
nuevamente confianza a su apóstol, después de la triple negación. Con este
repetirle, Jesús restituye a Pedro en su verdad, alcanzando ese punto que está
en lo más profundo, por debajo de las debilidades, de las fragilidades, de las
vulnerabilidades, ese punto en el que lo que predomina es el amor, el
descubrirse amado por Dios.
Incluso podríamos hablar de la
teología del estar sentado: en Mateo 19,28 Jesús prometío a los discípulos que
se sentarían en doce tronos, de alguna forma sentarse es ocupar un trono.
·El de la familia sería el icono del
buen samaritano, del que tantas veces hemos escuchado
Estas serían algunas actitudes que
podemos descubrir a través de la narración del Evangelio:
·Apertura de sentidos: atención
despierta de su mirada, de sus oídos, de su ‘olfato’, para darse cuenta de que,
en el borde del camino, alguien necesitaba ayuda.
·Flexibilidad, disponibilidad: para
renunciar a los propios proyectos, (como llegar a Jerusalén); ser capaz de
renunciar a ellos y descentrarse, desplazarse, para poner al herido en el
centro.
·Ascética del presente: el sacerdote y
el levita están pendientes de un ‘después’ (llegar al templo), mientras que el
samaritano está entero en el ‘ahora’ de los personajes que entran en su vida de
manera imprevista y reclama atención en el presente, no más tarde.
·Capacidad de conducta alternativa:
según la ley vigente, tocar un cadáver suponía incurrir en impureza ritual, y
el herido de la cuneta podía estar muerto. Por eso, los que ‘dan un rodeo’
están comportándose correctamente, dentro de la estricta legalidad. Pero, el
samaritano opta por una actitud contracultural: se atreve a romper con la
corriente dominante y adopta una postura alternativa, que sin embargo, es la
que se revela como acertada.
·Capacidad de gratuidad: nada podía
hacer prever al samaritano que iba a sacar algún provecho de portarse así con
el herido, que, al parecer, le acarreó más pérdidas que ganancias; ni siquiera
hay por parte de este una palabra de agradecimiento que pueda compensarle. El
samaritano ha entrado en otro plano, el de la gratuidad, fuera de todo cálculo
y de toda medida. Y ha acertado, porque ésa es la esfera de Jesús.
La Iglesia, siguiendo el ejemplo del buen samaritano, ha mostrado
siempre una solicitud particular por los enfermos. A través de cada uno de sus
miembros y de sus instituciones, sigue estando al lado de los que sufren, tratando
de preservar su dignidad en esos momentos tan significativos de la existencia
humana. Muchas de esas personas, profesionales de la asistencia sanitaria, sacerdotes,
religiosos, agentes pastorales y voluntarios, e instituciones en todo el mundo
sirven incansablemente a los enfermos, en hospitales, residencias y en unidades
de cuidados paliativos.
Por otro lado, nosotros los
católicos, celebramos cada Domingo la Eucaristía (algunos incluso cada día) y
creemos en la presencia actual y real de Cristo en la Eucaristía, aunque
físicamente no podamos verlo. Hacemos memoria, y al hacer memoria, la presencia
de Jesús se actualiza, y sigue vivo no sólo en el recuerdo, sino también en el
presente. Al hacer memoria lo pasamos por el corazón y decimos que está vivo;
si no hiciéramos memoria estaría muerto ¿no?. Pues acompañar a un enfermo con
la memoria deteriorada o sin memoria, es también hacer de sus progresivas pérdidas una resurrección
permanente.
El que concede amor en la asistencia
al enfermo, le está diciendo constantemente que no está muerto, porque no lo
olvidamos, por que hacemos junto a él su camino hacia el olvido, sigue siendo
él mismo y por tanto, si dignidad sigue siendo la misma antes de la enfermedad,
y a lo largo de la enfermedad.
Los familiares, junto con los
profesionales, y los voluntarios, son la gran esperanza del enfermo sin
memoria; y además son ESPERANZA con mayúscula, en nuestro mundo tan necesitado
de buenos samaritanos que estén dispuestos a ceñir a otros desde el servicio y
la gratuidad. Porque Jesús sigue preguntando: ¿me amas?... apacienta mis ovejas
A lo largo de esta reflexión, creo que salta a la vista que el seguimiento a Jesús se desarrolla en dos
esferas. Por un lado, el aspecto individual
es indiscutible en el desarrollo de este
proceso (uno que se deja ceñir) pero también se enfatiza desde el origen mismo del seguimiento, el aspecto
comunitario (los que ciñen). Los
intercambios de singular a plural confirman que estas dos dimensiones no se
excluyen, sino que son paralelas, e incluyentes.
El Papa Benedicto XVI señaló que es bello ser anciano y por lo tanto en sus rostros no debe estar nunca la tristeza, ya que son una riqueza para la sociedad y una escuela de vida para las jóvenes generaciones.
"Queridos hermanos y hermanas ancianos, a veces las jornadas pareces largas y vacías, con dificultadas, pocos esfuerzos y encuentros, no se desalienten nunca, ustedes con una riqueza para la sociedad, también en el sufrimiento y la enfermedad. Y esta fase de la vida es un don también para profundizar en la relación con Dios", dijo el Santo Padre.
La vida es digna siempre. También cuando eres más
débil, indefenso, cuando para vivir dependes de los demás. Inmóvil en una cama,
por un accidente o por enfermedad; también cuando no trabajas, no produces
porque estás enfermo o eres demasiado viejo.
El valor de la persona es inalienable. Parece
sencillo, pero incluso en la realidad jurídica, médica, y cultural nos
preguntamos si en ciertos casos se es capaz realmente de tutelar la dignidad de
la persona.
Este es el punto de partida para el ciclo de
encuentros, durante el año académico, con profesionales de la medicina y de las
asociaciones, contando historias y escuchando testimonios.
El primer encuentro del Centro Ateneo por la Vida y
la Universidad Católica del Sagrado Corazón en Roma, Italia, en colaboración
con el Centro Cultural de Roma y el Policlínico universitario A. Gemelli, contó
con la participación de diferentes ámbitos de la medicina para hablar de SLA (Esclerosis
Lateral Amiotrófica), una enfermedad poco conocida. Entre los ponentes se
encontraba Mario Melazzini, oncólogo de 54 años, enfermo de SLA desde hace unos
diez años. Actualmente es presidente nacional la Asociación Italiana de la
Esclerosis Lateral Amiotrófica (AISLA).
La periodista Monica Mondo dio la bienvenida a
todos los asistentes y explicó el por qué de este ciclo. La intención es hablar
sobre la fragilidad de la vida, profundizar en la idea de que la vida frágil
también es vida. "No es un tema que afecte sólo a los especialistas y
médicos, es un tema que nos concierne a todos" dijo la periodista.
Rocco Bellantone, presidente Facultad de Medicina y
Cirugía de la Universidad Católica del Sagrado Corazón y Maurizio Guizzardi,
director del Policlínico A. Gemelli, quisieron destacar el sentido de este
Ateneo. Un lugar que no tendría motivo de existencia si fuera sólo un sitio
donde se hace buena medicina, tiene su razón de ser en el momento en el que se
crea una atención profunda, "no sólo a la enfermedad sino también al que
sufre". "La religión católica tiene su fuerza en el amor al prójimo,
el fundamento de nuestra religión es ser buen samaritano", dijo el doctor
Bellantone. Y recordó a los estudiantes allí presentes la importancia de estar
junto al que sufre, ser misericordiosos. El doctor Guizzardi también añadió :
"que nuestra estrategia se convierta en realidad. Salud y calidad en
nuestro dar al paciente"
A continuación, el profesor Paolo Maria Rossini,
director del Instituto de Neurología Universidad Católica del Sagrado
Corazón-Policlínico A. Gemelli, también destacó la importancia de dar una
asistencia global al paciente. "La labor del profesor no es sólo formar
buenos técnicos, sino formar buenos médicos en todos los sentidos, no buscar
sólo la excelencia técnica", dijo el doctor Rossini. Destacó también la
importancia de la humildad de los médicos al reconocer que ya no tienen más
respuestas.
Tras estas intervenciones, participó el doctor
Mario Melazzini con el discurso más emotivo de todos. Melazzini habló de SLA en
primera persona; desde su silla de ruedas afirmó: "También con el
sufrimiento y la enfermedad se puede salir adelante". Habló de los
momentos más duros cuando descubres que tienes una enfermedad como esta: el
médico que te dice que ya no se puede hacer más, el sentirse dependiente de los
demás, cuanto te vienen pensamientos sobre ser tú mismo el que decida cuándo
morir y no la enfermedad. Pero en esta dificultad, afirma Melazzini, puedes
encontrar en el sufrimiento un valor añadido que te permite admitir la
cotidianeidad con dignidad."La dignidad de la vida no puede depender de la
calidad de esa vida".
Reconoció también que se puede ser feliz con una
enfermedad. Aunque al principio se pasa por un periodo de rechazo y negación,
"mi único deseo era querer morir", reconoce que tuvo suerte de
conocer personas maravillosas que le ayudaron a entender que sí se puede ser
feliz. Y añadió: "Cuando te pones un objetivo no por ti, sino por los
otros, puedes alcanzarlo. Esto me permite ser feliz".
Para completar sus palabras, se proyectó un
fragmento del video documental sobre su vida: "Yo estoy aquí. Apuntes de
siete días de la vida de Mario Melazzini". En el video cuenta cómo fue el
proceso de aceptación de la enfermedad, pasar de usar muletas a silla de ruedas
para pasar consulta, leer e investigar sobre SLA.
A manos de Mario Sabatelli, investigador del
Instituto de Neurología de la Universidad Católica, se hizo un repaso por la
historia de esta enfermedad y algunos casos importantes. La SLA es una
enfermedad rara con dificultad en el diagnóstico, en la investigación, en la
terapia y en la asistencia. Por eso es necesario focalizarse en la obligación
de dar la mejor calidad de vida posible.
El director del Instituto de Anestesiología,
Massimo Antonelli, resaltó un aspecto importante en el recorrido de la
enfermedad: cambiar la mentalidad, abrirse a la dignidad que se merecen los
enfermos, y afirmó: "los enfermos nos han enseñado mucho".
La última intervención fue la de Dario Sacchini,
profesor agregado del Instituto de Bioética. Comenzó diciendo que la bioética y
el sufrimiento no son algo que sólo interese a los cristianos, "Una
bioética sana que se acoja a la realidad. Ser de ayuda y alivio a la persona
que afronta el sufrimiento". Recordó al fundador de la Universidad con una
frase muy significativa: "La bioética no puede ser laica o católica".
Concluyó diciendo que la medicina debe tener una visión completa del hombre. No
se puede hablar en abstracto, es necesario estar en la realidad. Finalizó
diciendo: "Hay que ver el caso particular, no ver SLA, sino a la persona
que tiene SLA. Cada persona viva es digna en cuanto que es persona".
Para finalizar el encuentro se abrió un turno de
preguntas en el que se vio la preocupación de los alumnos por aprender a ser un
médico que sepa estar junto al enfermo, que sepa cómo comunicar de la mejor
forma posible el diagnóstico. En estas reflexiones, Melazzini compartió un
pensamiento que a él le ha ayudado: "Para estar junto al paciente hay que
hacerlo a través de la mirada, la mirada que damos al otro y la que recibimos.
Esa mirada tiene que transmitir dignidad". Para llenar de dignidad la vida
del enfermo no se puede habituar uno a esta tarea y ver al paciente como
persona no como enfermedad, tratarle por nombre y apellidos y no como un número
de expediente y sobre todo, tener en cuenta la circunstancia personal de cada
uno.
El doctor Antonelli destacó que durante el
encuentro se pudo percibir una tensión emotiva y se dirigió a los presentes
diciendo: "Mirad a los ojos de vuestros enfermos y mirad el mundo que hay
detrás".