domingo, 11 de febrero de 2018

José Luis Redrado, OH. sobre la JME

Jornada Mundial del Enfermo 2018

José Luis Redrado, OH. Secretario Emérito del Consejo Pontificio para la Pastoral de la Salud




El tema  que nos ofrece el Papa está tomado del evangelista Juan (19,26-27):  “Ahí tienes a tu Hijo, ahí tienes a tu madre”.
Acompañar a la familia en la enfermedad.
“La atención brindada en la familia es un testimonio extraordinario”, dice el Papa.
Curar, aliviar, consolar. ¿Cuántas veces lo hemos dicho del enfermo? ¿Cuántas veces hemos “estimulado” a los profesionales a este ejercicio? Muchas, muchísimas. Pero no es suficiente el ejercicio del profesional de la salud, es necesario integrar un aliado y no cualquiera, este aliado es la familia. Prepararla e integrarla en el proceso de cuidar, curar y aliviar. Los profesionales de un centro sanitario deben tener presente esto: la familia no es un ente ajeno, la familia sufre, se altera, “enferma” con su enfermo. ¡Qué bien lo supo definir la Pastoral Sanitaria en España cuando reflexionó con este eslogan en 1989: “La familia también cuenta” y decía “que la enfermedad provoca una crisis en la familia que puede destruirla o ayudarla a crecer en unidad y solidaridad. El enfermo no puede ser bien entendido ni atendido prescindiendo de la familia, cuyo papel es insustituible… Es preciso prepararlas y apoyarlas para que puedan superar la prueba cuando se presente”. Esto mismo hemos escuchado durante la reflexión que hemos hecho en septiembre del 2017 en las Jornadas Nacionales de Pastoral de la Salud.
La familia enferma con el familiar enfermo, se altera, sufre, y debe ser cuidada y curada para que sepa estar, para que sea medicina y alivio, curación y sanación.
La Jornada del enfermo 2018 puede ser iluminada, celebrada y aplicada como bien se merece, teniendo siempre presente que allí donde hay un enfermo hay una familia que sufre con él.
El Mensaje del Papa Francisco para la Jornada Mundial del enfermo 2018 se inspira en las palabras que Jesús dirige a su Madre: “Ahí tienes a tu hijo… Ahí tienes a tu madre. Y desde aquella hora, el discípulo la recibió en su casa” (Jn 19, 26-27).
Estamos ante un Mensaje muy evangélico, muy materno y muy exhortativo para los profesionales sanitarios, agentes de pastoral y para la familias que acompañan al enfermo. Subraya la materna vocación de María, vocación de cuidar hijos que transmite a Juan y a toda la Iglesia… Vocación materna de la Iglesia. Toda una historia secular. Acoge a todos los heridos (nº. 4).
“Y nos impulsa a mirar al pasado para enriquecer el presente con generosidad, sacrificio, creatividad, compromiso en la investigación científica para ofrecer a los enfermos una atención innovadora y fiable. Con ello ayudaremos a preservar a los hospitales católicos del riesgo del “empresarialismo (nº. 5).

Jesús entrega a su Iglesia  su poder de curar… Y la Iglesia debe mirar a los enfermos con la mirada de  su Señor… No olvidemos, dice el Papa, la ternura y perseverancia con las que muchas familia acompañan a sus hijos, padres y familiares, enfermos crónicos o discapacitados graves. La atención brindada en la familia es un testimonio extraordinario de amor por la persona humana que hay que respaldar con un reconocimiento  adecuado y con políticas apropiadas. Por tanto, médicos y enfermeros, sacerdotes, consagrados y voluntarios, familiares y todos aquellos que se comprometen  en el cuidado de los enfermos, participan en esta misión eclesial. Se trata de una corresponsabilidad compartida que enriquece el valor del servicio diario de cada uno” (nº. 6). 

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